| Susi de León |
Responsable de Espacio Feminista de USTEA Cádiz
De entrada diré que no estoy de acuerdo con la manida opinión de que la Constitución del 78 y la “modélica” Transición que se abrió con ella permitieron el inicio de una convivencia ejemplar en este país tras la Dictadura franquista. Ese nuevo régimen del 78 dejó en España, aunque se empeñen en mantenerles en el olvido, a más de cien activistas, estudiantes, sindicalistas, etc de ambos sexos muertos, cuyos asesinatos quedaron impunes en la mayoría de los casos, y permitió que continuasen enterrados en las cunetas y tapias de nuestros cementerios a miles de hombres y mujeres cuyo único delito había sido la defensa de sus ideales republicanos. O ser familiares de quienes los tuvieron. No, la Constitución del 78 y su loado “consenso” en realidad supusieron una traición a todas esas personas y a nuestro país, pues se levantaron sobre las mismas estructuras políticas, económicas, militares y judiciales de la anterior dictadura y, eso, lo llevamos de lastre. Jamás se depuraron responsabilidades entre quienes vencieron. Jamás se hizo justicia a las personas vencidas y represaliadas durante la guerra y la dictadura.
Pero si hubo un grupo doblemente traicionado en esta Constitución fue el de las mujeres. Tras la guerra y la llegada del fascismo todas las mujeres de este país, todas, perdimos. Todas, las republicanas y las que no lo eran, vieron arraigarse sobre sus vidas los largos tentáculos del sistema patriarcal con más fuerza que nunca, amparado y alimentado por el régimen del nacional-catolicismo. Las vidas de todas estas mujeres quedaron anuladas y privadas de libertad, subordinadas a las de sus padres y maridos, que ejercían su potestad en nombre del estado. Era un paso atrás con respecto a la situación de las mujeres en la II República, premeditado con alevosía por el nuevo régimen fascista, que dio lugar a una discriminación de trato y de derecho, a la merma de posibilidades de desarrollo personal, de vida e igualdad de todas ellas y que consumó el retraso histórico de la mujer en España.
Solo dos semanas después de la muerte de Franco, aún en la clandestinidad, se había celebrado en Madrid el “Primer Día de la Liberación de la Mujer”, y es en la década de los 70 que el pensamiento feminista pasa a la teoría y se organiza en colectivos. De ahí que la llegada del proceso constituyente supusiese una esperanza de cambio para la mayoría de las mujeres, en especial, para este movimiento feminista que participaba activamente en la lucha por el tránsito de un sistema dictatorial a otro democrático. Pero pronto esa esperanza se vino abajo.
Para empezar, solo 27 mujeres participaron en las Cortes constituyentes: 21 diputadas y 6 senadoras, frente a un total de 700 hombres. Impresionan las cifras y nos hacen entender el porqué del nacimiento de las reivindicaciones de cuotas y paridad, que tanto molestaron a algunos en aquellos años. Impresiona ver que ninguna de ellas se encuentre entre los famosos “Siete padres de la Constitución”: Gabriel Cisneros (UCD), Gregorio Peces-Barba (PSOE); Jordi Solé Tura (PSUC); José Pedro Pérez-Llorca (UCD); Manuel Fraga (AP), Miguel Herrero de Miñón (UCD) y Miquel Roca (CDC). No, ninguna madre oficial. Las mujeres constituyentes fueron invisibilizadas dentro y fuera de la redacción de las ponencias constitucionales. Tan solo Teresa Revilla, de UCD, participó en la Comisión constitucional encargada de la redacción. Y, sin embargo, todas ellas estuvieron presentes en los debates y aportaciones. Dolores Ibárruri, La Pasionaria, fue una de ellas. Su entrada al Parlamento, cogida del brazo de Rafael Alberti, fue inolvidable para quienes lo presenciaron; figura etérea que brillaba por su temperamento y firmeza. Las otras 26 fueron Teresa Revilla, Soledad Becerril, Asunción Cruañes, Ana Mª Ruiz-Tagle, María Izquierdo, Carlota Bustelo, Virtudes Castro, Elena Moreno, Mercedes Moll, Esther Tellado, Inés Vilariño, Belén Landáburu, Amalia Miranzo, Dolores Pelayo, Carmen García Bloise, Pilar Bravo, Dolores Calvet, Rosina Lajo, Gloria Begué, Inmacualda Sabater, Juana Arca, Dolores Blanca Morenas, Palmira Plá, Marta Molina, Mª Victoria Fernández y María Rubiés.
Un documental realizado por la chiclanera Oliva Acosta titulado “Las Constituyentes” (2011), intentó recuperarlas y hacerles justicia. Aunque, aún, poco se sabe de ellas y del papel que ejercieron, al margen de sus ideologías políticas.
Las mujeres quedamos fuera de la redacción constitucional y, con nosotras, la mayor parte de las reivindicaciones del momento. Es increíble que tan solo se nos cite expresamente en dos ocasiones: una relacionada con el matrimonio (art.32, Matrimonio: El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”) y en el de sucesión de la Corona, justo para cometer una nueva discriminación (art. 57, Sucesión de la Corona: La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos”).
Para “las Constituyentes”, el artículo preferido fue el 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo…”. Ese artículo les permitió a ellas y a todas las mujeres de este país, dejar de ser súbditas de los hombres, pues estaban equiparadas por ley a las mismas condiciones de los menores de edad. Se dio fin a situaciones tan descabelladas como el que las mujeres no pudieran disponer de su propio dinero (procedente de su trabajo o herencia familiar) sin el consentimiento del marido.
Está claro que en materia de igualdad se cedió demasiado, al igual que en otras muchas materias. La Constitución del 78 consolidó un modelo de estado patriarcal, que permitió perpetuar las desigualdades de género que todavía persisten. De ahí la necesidad de reformas encaminadas a una verdadera igualdad entre hombres y mujeres, para erradicar la violencia machista, para conseguir una verdadera conciliación familiar y equilibrar el reparto de cuidados, para nivelar las desigualdades salariales y la presencia femenina en las instituciones y los puestos de responsabilidad, para romper la tendencia de mayor tasa de desempleo y pobreza entre las mujeres, para acabar con la violencia institucional que día a día percibimos en Tribunales y otros organismos…
Pero en estos tiempos de profunda crisis política, institucional y territorial que vivimos, no podemos quedarnos solo en estas necesidades fundamentales. El movimiento feminista es consciente de que esas reformas han de estar encaminadas hacia otros frentes que también nos afectan por igual a hombres y a mujeres. Tras la suspensión de la autonomía catalana por el art.155, estas reformas deben reflejar la verdadera plurinacionalidad de este país o el modelo de Estado que queremos. Y, sobre todo, deben incluir la posibilidad de anular el artículo 135 (uno de los poquísimos que se ha reformado en todo este tiempo, por consenso de PP y PSOE), que arrasa con toda la riqueza de este país para hacer frente al pago de la deuda externa con los poderes financieros, en lugar de hacer frente a las asfixiantes necesidades sociales surgidas y ampliadas con la crisis. Y tampoco podemos volver a olvidarnos de quienes continúan enterrados en fosas y cunetas, alejados de sus familias, por justicia y Memoria Histórica.
De ahí que la nueva Constitución del Siglo XXI haya de ser Feminista. Feminista de verdad. Y haga justicia histórica a todas las mujeres de este país y a las que nos precedieron. Pero también, ha de incluir otros aspectos que la acerquen más y mejor al modelo de sociedad justa e igualitaria por el que luchamos. Y este que sea para todas y todos. De ahí la importancia de la organización popular, feminista, sindical, de clase…
Porque la lucha sigue siendo el único camino.
Enlace: entrada en nuestra web sobre el documental «Las Constituyentes»