19 junio: Día Internacional Contra la Violencia Sexual en los Conflictos

La Organización de Mujeres se suma al Día Internacional Contra la Violencia Sexual en los Conflictos, jornada que desde 2015 pretende denunciar las atrocidades a las que se ven sometidas mujeres, niñas y niños de manera indirecta o directa en los conflictos armados. Estas atrocidades son múltiples y numerosas, y todas ellas forman parte de la violencia machista. Así, con el objeto de utilizar el cuerpo de las mujeres como una extensión del campo de batalla, se perpetran violaciones, esterilizaciones, abortos obligados y mutilaciones; se imponen esclavitud sexual, prostitución, y matrimonios forzados.

Es posible que algunas personas piensen que, en el mundo del siglo XXI los conflictos armados ya no existen. Nada más lejos de la realidad: guerras, declaradas y no declaradas, hay muchas. Algunas eventualmente acaparan titulares efímeros en los medios de comunicación, como las masacres de Ruanda y Srebrenica (por poner sólo dos casos del siglo pasado) o los atentados y secuestros múltiples sobre todo yihadistas (poco sabemos de otros orígenes) que se cometen en países que nos resultan lejanos.

En cambio, más preocupante resulta el hecho de que otros conflictos están silenciados de manera sistemática, consciente y, como consecuencia, cómplice por el autodenominado “primer mundo”. Pondremos sólo unos ejemplos. Ahora mismo, mientras escribimos estas líneas, el ejército turco está cumpliendo el mandato de Erdogan de invadir el territorio del pueblo kurdo, traspasando las fronteras de Turquía y Siria, reprimiendo gravemente a la población. Las mujeres kurdas son un ejemplo inequívoco de valentía, ya que se enfrentan no solo a Erdogan, sino a la barbarie del Daesh, cuyos métodos de opresión incluyen el rapto y explotación sexual y reproductiva de mujeres. También es preciso recordar las violaciones sistemáticas que han sufrido las mujeres indígenas de Sepura Zarco a manos de militares de Guatemala, o las recientes agresiones sexuales a mujeres en las protestas contra el presidente Uribe en Colombia, país donde se continua asesinando a defensoras y defensores de los derechos humanos por parte de los paramilitares, ya que los acuerdos de paz sólo han conseguido invisibilizar la guerra, pero no a acabar con ella.

En todos los conflictos pasados y presentes (y seguramente futuros) se repite la misma premisa: las mujeres son objeto de violencia sexual en sus múltiples formas. Las mujeres y sus cuerpos forman parte del campo de batalla. Por desgracia, la violencia sexual en los conflictos no viene sola: la acompañan otras prácticas igualmente abominables como saqueos, torturas y tratos degradantes e inhumanos. Los perpetradores de estos delitos graves contra la humanidad suelen ser grupos armados estatales o no, amparados por el ejército. Sin duda, practican estas múltiples vulneraciones de los derechos humanos como método de guerra para destruir el tejido social, con el objetivo de desplazar a comunidades enteras de su territorio, confiscar fincas o expulsar a los grupos que consideran indeseables.

La organización de Mujeres queremos destacar que las víctimas más frecuentes de violencia sexual son precisamente mujeres, niñas y niños que a menudo pertenecen o se cree que pertenecen a una minoría política, étnica o religiosa, y son atacadas en gran medida por estar en situación de mayor vulnerabilidad. Ser mujer es en muchos lugares una sentencia de violencia.

Además, denunciamos la total impunidad de los estados y de grupos criminales, que en los conflictos armados cometen estos graves delitos contra la humanidad. Pedimos el fin de los conflictos armados y reclamamos el amparo y la protección de todas las personas supervivientes de estas violencias sexuales, que se enfrentan, además, con prejuicios sociales y estructurales que impiden que sean reconocidas como víctimas.

Sin paz, no tendremos igualdad. Sin igualdad, no tendremos paz.

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