28 de mayo: Día Internacional de la Acción por la Salud de las Mujeres

El papel de la mujer dentro de la sociedad, generalmente, es de un menor estatus social que el del hombre, traducido automáticamente en una relación de poder desigual. Un ejemplo muy claro, la mujer se encuentra en total inferioridad de condiciones en la familia, la comunidad y la sociedad en general; tiene un menor grado de acceso a los recursos y a su gestión; y ya no hablemos de la toma de decisiones, la cual tiene menor peso que la de un hombre. Todos estos factores han contribuido a que se dé por hecho la salud de las mujeres y a que no se le preste la atención que merecen.

La introducción de la perspectiva de género dentro del ámbito sanitario ha supuesto un gran avance a la hora de comprender los problemas sanitarios de la mujer y determinar las diferentes actuaciones sobre el problema a todas las edades. El ejemplo más claro lo encontramos en las enfermedades cardiovasculares, las cuales son una de las grandes causas de mortalidad femenina, pero de las que no se tiene suficiente conocimiento, produciendo un atraso en los tratamiento y formas de diagnóstico para el colectivo femenino.

Fijándonos en la situación actual de postconfinamiento, el informe redactado por el Instituto Catalán de las Mujeres pone de manifiesto la influencia desigual que ha tenido la pandemia para mujeres y hombres. En este mismo informe se refleja que la situación ha sido peor para ellas. En general las mujeres han puntuado más alto en percentiles de: percepciones, estados de ánimo y preocupaciones que los hombres. Las mujeres dicen sentirse también más nerviosas, melancólicas, intranquilas y tristes que el colectivo masculino. Según un estudio del IESE ( Bussiness School de Navarra) las mujeres que han teletrabajado durante la primera parte de la pandemia han sufrido un 20% de fatiga mental y un 16% de estrés más que los hombres, debido a la mayor dedicación al cuidado de los hijos/as o familiares dependientes, esto teniendo en cuenta a un núcleo familiar de 2 progenitores, porque cuando hablamos de familias monoparentales la situación empeora, aumentando en un 13% la fatiga mental sobre el percentil anterior, y un 2% sobre el de estrés.

Si ya había una gran diferencia en la carga de tareas domésticas y el cuidado de la familia, la pandemia las ha perpetuado y empeorado, cuestión que todavía sigue invisibilizada. El hecho de tener hijos/as es un factor muy relevante, independientemente del nivel de estudios del que hablemos; las mujeres destinaron un esfuerzo suplementario de forma no compartida.

La conciliación entre la esfera privada y la pública es uno de los grandes factores para encarar la desigualdad entre hombre y mujeres. Con la imposición del teletrabajo se ha manifestado el conflicto sufrido por la mujer; lo que podría haber significado un paso hacia delante en la paridad, no ha conllevado a la conciliación laboral esperada. La carga de las mujeres ha sido mucho más alta, dificultando la doble jornada que ya existía en la pre-pandemia, generando auténticas dificultades para las mujeres.

Entre las mujeres más perjudicadas se hayan las mujeres migrantes en situación irregular, las víctimas del tráfico, las mujeres con diversidad funcional, las mujeres en los campos de refugiados y todas las mujeres que no son atendidas y que ven vulnerado su derecho a la salud a causa de los deficientes sistemas de salud pública.

Exigimos a la sociedad y a las Administraciones, que pongan inmediatamente solución a todas estas desigualdades: aplicación de la perspectiva de género en la SANIDAD; implementación de medidas efectivas de CONCILIACIÓN que realmente logren la corresponsabilidad, y la erradicación de cualquier tipo de VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.

Viernes, 28 de mayo de 2021.

Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical

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